Nuestro amigo Nico G. Vogel con su Jeep Wrangler LJ nos hace partícipes a los amigos de 4x4proyect de sus aventuras.
¡Deseamos que disfrutéis con sus testimonios!
Con lo que yo no contaba era que ese sueño sería arrancado bruscamente del letargo que dormía en el fondo de mi subconsciente el día que, por circunstancias fortuitas, se me presentó la oportunidad de embarcar mi Jeep hacia los Estados Unidos. No podía dejar pasar esa oportunidad, mi hambre de aventura se había despertado.
Adelantemos unos meses y aterrizo en Los Angeles (L.A.) para encontrar a mi Jeep esperándome como el fiel compañero de viaje que siempre ha sido y que volvería a ser en esta nueva aventura. Los primeros días transcurren en L.A. Necesito adaptarme a la zona horaria de California y poner el coche a punto. El plan es sencillo: cruzar el desierto de Mojave de Oeste a Este evitando carreteras principales y asfalto en la medida de lo posible. Cambio filtros y líquidos y me aseguro de que mi montura se encuentra en excelentes condiciones. Antes de partir de L.A. hago una gran compra de aprovisionamiento y antes de irme a dormir repaso mi “checklist” para asegurarme de que no he olvidado nada importante. Compruebo material de acampada, ropa, herramientas, provisiones, material de rescate, contactos de emergencia, etc. Un viaje de este tipo siempre requiere un extra de precaución y más siendo en solitario.
Por fin me pongo en marcha. He decidido pasar los primeros dos días de ruta en las montañas de San Gabriel, a pocas millas de L.A., para comprobar que todo el equipo funciona como yo quiero.
Voy ascendiendo curva tras curva disfrutando de la vista panorámica con el pacífico de fondo cuando me encuentro con la primera sorpresa: el paso de montaña que pretendía coronar está cerrado. El motivo: nieve. Mi primer día de viaje y ya necesito improvisar. Esto empieza bien, pienso… Tras una parada técnica para consultar el mapa trazo una ruta alternativa siguiendo carreteras locales. Al anochecer acampo con temperaturas bajo cero. Parece que no todo es sol y playa en California.
Al día siguiente desciendo de las San Gabriel por su vertiente este para dirigirme hacia el sur. Atravieso llanuras desérticas por carreteras que forman rectas perfectas hasta el horizonte.
Mi meta se llama Superstition Mountain, una región montañosa en el extremo suroeste del famoso lago salado llamado Salton Sea. El motivo de mi destino es el 18° Superstition Mountain Run.
Este evento anual es organizado por la San Diego 4 Wheelers Association un conocido club de aficionados al 4×4 que reúne a cientos de vehículos cada año. Llego ya de noche y me impresiona la perfecta organización por parte del club. Me reciben dos voluntarios que me explican el proceso de inscripción y las normativas (de sentido común). Lo primero es la inspección técnica. Incrédulo observo como dos miembros de la organización revisan mi vehículo; comprueban frenos, soporte de batería, botiquín, extintor, material de rescate, puntos de anclaje, etc… Cualquier vehículo que no la supere queda excluido de las rutas del día siguiente. Entre risas y presentaciones terminamos las formalidades. “Bienvenido, nunca ha venido nadie desde España a nuestro evento” me dicen antes de marcharme hacia la zona de acampada que es ilimitada. Estamos en medio de un desierto, y hay de todo, desde tiendas de campaña minimalistas a caravanas enormes como camiones. Rápidamente entablo conversación con mi “vecino”. Reina el espíritu 4×4, todos compartimos afición, todos somos amigos, de todos. Mi “vecino”, Sala, ha venido desde San Diego y nuestros caminos se volverían a cruzar más adelante, pero eso es otra historia que os contaré más adelante. Terminamos el día sentados alrededor del fuego compartiendo historias y charlando sobre coches y aventuras.
Sábado por la mañana: puntualmente a las 8:00 horas todos alineamos nuestros todoterrenos en la fila de la ruta a la que nos hemos apuntado. Cada ruta viene clasificada según su grado de dificultad del 1 al 5 (1: apta para vehículos de serie / 5: solo para vehículos extremos con ruedas de 37” como mínimo, bloqueos en ambos ejes. Daños de carrocería garantizados y mecánicos probables). Yo me uno a un grupo intermedio (dificultad 3). Al fin y al cabo tengo que continuar mi viaje con mi Jeep y una avería me retrasaría demasiado.
Cada grupo tiene como mínimo un guía y antes de salir este organiza un briefing obligatorio.
Nuestra ruta rodea Superstition Mountain recorriendo unos 30 km a lo largo de los cuales encontraremos arena, rocas, cañones y dunas. Bajamos presiones y nos ponemos en marcha. Empezamos con desierto abierto al más puro estilo “baja”. El terreno invita a correr pero hay que permanecer alerta a las ondulaciones que son capaces de desestabilizar a cualquier vehículo.
Llegamos a la falda de la montaña y empezamos a subir cuestas de arena. Es vital controlar las inercias. A quien le falta, se ve obligado a dar marcha atrás y sufrir las típicas bromas por la emisora y a quien le sobra recibe como castigo unas buenas sacudidas por parte del terreno.
Atravesamos cañones de arena y alcanzamos la parte rocosa. El ritmo baja y encontramos tramos muy técnicos. Gracias al conocimiento del terreno de los guías locales y la pericia de los pilotos todos superamos las zonas no sin alguna empanzada.
Mi Wrangler se porta de maravilla y atraviesa todas las zonas sin rechistar. Ni siquiera uso los bloqueos.
Al atardecer volvemos hacia el campamento aprovechando una zona de dunas para “surfear”. Por la noche todos nos reunimos al rededor de una gran barbacoa y se organiza una tómbola con regalos de los múltiples patrocinadores del evento.
A la mañana siguiente aprovecho para explorar más a fondo la zona, en especial las dunas. Me detengo a tomar fotografías y a disfrutar de las vistas espectaculares. Al mediodía, muy a mi pesar, levanto campamento, me despido de las amistades ganadas y me pongo en marcha con rumbo al parque nacional de Yoshua Tree. El tiempo ha volado pero sé que me esperan más aventuras por el camino.
Os espero en el siguiente capítulo de TransCalifornia en 4×4.
Nico García Vogel.
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